12 sept 2009

LA RESPIRACIÓN EL SECRETO DE LA VIDA.


Al nacer damos nuestra primera bocanada de aire, vivimos y no nos morimos de asfixia, y eso nos hace pensar muchas veces que el tema de la respiración está resuelto; pero la diferencia entre respirar bien o mal no supone una diferencia entre la vida y la muerte, sino entre la salud o la falta de ella. La vida comienza con el primer respiro del recién nacido y acaba con la exhalación del último suspiro. Si comparamos el oxígeno con otros elementos indispensables para la vida, observamos que una persona podría mantenerse con vida sin beber agua o cualquier otro líquido casi una semana, o en el mejor de los casos; se pueden pasar varias semanas sin comer alimento sólido y, de acuerdo con los experimentos más osados, hasta dos meses sin dormir. Pero sin oxígeno, no podríamos sobrevivir ni siquiera 10 minutos. Es más, las células de nuestro cerebro apenas resistirían tres minutos sin ser fatalmente dañadas por la carencia del preciado gas.

No hay mucha gente consciente de la importancia del oxígeno y del dióxido de carbono en nuestras vidas. Se sabe que es importante respirar bien en el deporte, en las artes marciales, en el yoga, pero la importancia de respirar bien va más allá y lo engloba todo, cada acto de nuestras vidas.

Nuestras vidas de han convertido en una carrera permanente y como consecuencia, nuestro cuerpo de ha acostumbrado a mantener un extraordinario nivel de estimulación y aceleración. Y mucho antes de que lleguen los infartos o la hipertensión, lo primero que sucede en nuestro organismo ante una situación de estrés es un cambio en la respiración. La consecuencia lógica de una vida sometida al estrés permanente es un cambio permanente en la respiración, adoptando un hábito que nada tiene que ver con lo que sería la respiración natural.

Porque es importante respirar?

Al respirar, nuestro cuerpo absorbe el oxígeno que necesita para vivir y se libera del dióxido de carbono que ya no cumple función alguna. Al inhalar aire, la sangre absorbe el oxígeno y recorre todo el organismo para abastecer a las células que lo necesitan para que puedan producir energía gracias a la combustión del oxígeno. El dióxido de carbono es el producto sobrante de este proceso.

Si no respiramos bien, nuestros pulmones no reciben suficiente oxígeno y por consiguiente, nuestra sangre no obtiene la cantidad suficiente para ofrecer a las células el aporte energético que necesitan. Esta falta de oxigenación es por tanto responsable de muchas de nuestras enfermedades físicas y psíquicas, como problemas del corazón, hipertensión, y por supuesto, estados de ansiedad, depresiones....etc.

Tipos de respiración.

Aunque cuando hablamos de la respiración casi siempre nos referimos al acto de inspirar y espirar, al intercambio de oxígeno y dióxido de carbono con el exterior, lo cierto es que existen dos tipos de respiración: la respiración externa o pulmonar, que determina el intercambio entre el aire y la sangre, y la interna o celular, que consiste en el intercambio de gases entre la sangre y las células. Trataremos la respiración pulmonar, aquella que podemos incidir voluntariamente para lograr mejores resultados en nuestra salud.

Es importante tener en cuenta que el intercambio de aire en los pulmones nunca es completo: aproximadamente sólo dos tercios del aire absorbido en una inspiración llegan a los pulmones, a los que se añade un tercio del aire que ha quedado en las vías respiratorias tras la última espiración, de manera que en los pulmones se mezclan dos tercios de aire fresco y un tercio de aire residual. Por este motivo, quien respire de forma acelerada y superficial desperdicia el aire utilizado llevándolo de un lado para otro en las vías respiratorias.

Según los músculos que actúen de forma predominante en la respiración, debemos distinguir entre la respiración torácica, si son los músculos intercostales los que llevan el mando, y la diafragmática, si es el diafragma quien lleva la batuta principal. En cualquier caso, no debemos considerar estas dos formas respiratorias de manera aislada, ya que en la respiración natural los movimientos del tórax y abdomen se complementan para dar lugar a la denominada respiración completa o profunda.

Una correcta respiración puede curar enfermedades derivadas del estrés, la depresión o la fatiga y es la principal herramienta de la que disponemos para relajar nuestro cuerpo y nuestra mente, siendo capaz incluso controlar la sensación de dolor.

No existe una única forma correcta de respirar, mientras la tradición oriental se considera que el estado natural saludable consiste en respirar nueve veces por minuto, nuestra cultura occidental se contenta con plantearnos la oferta de dieciséis veces por minuto, como hábito óptimo y razonable para mantener una vida sana y proveer a nuestras células del aporte de oxígeno necesario para su funcionamiento.

DIME CÓMO RESPIRAS Y TE DIRÉ CÓMO ERES...

La respiración es el motor de la vida y, en lugar de sacarle el máximo partido, tendemos a bloquearla respirando mal. Corrigiendo nuestra actitud ante la vida podremos aprender a respirar mejor o lo que es lo mismo, a vivir mejor.

La respiración es la más accesible y fácilmente renovable fuente de energía con que cuenta el ser humano. No hay una regla fija para respirar bien, pero si existen patrones respiratorios que bloquean este acto vital. Descubre si tu respiración habitual está bloqueada y cómo corregirla.

Respiración invertida:

En la respiración natural, el diafragma desciende durante la inhalación, y esta presión hacia abajo provoca la expansión del vientre. Al espirar, el diafragma presiona los pulmones para ayudar a sacar el aire, dejando más espacio en el abdomen. En la respiración invertida, el organismo se ha habituado a hacer justamente lo contrario de este movimiento natural, con lo que no permitimos que el abdomen de relaje en ningún momento: metemos el vientre al inspirar y lo sacamos el espirar.

Este tipo de respiración puede venir provocando por la costumbre de llevar ropas muy ajustadas o cinturones muy apretados y podría convertirse en la causa de la aparición de tensión crónica en la parte superior del cuerpo o de algunos problemas digestivos.

Para romper estos hábitos, lo mejor es visualizar cómo desciende el músculo diafragmático en una respiración relajada, mejor acostados en el suelo, y observar cómo, de forma natural, el vientre se infla un poco.

Respiración torácica:

Este tipo de respiración es la que tiene lugar cuando, por ejemplo, alguien nos da un susto de repente. Damos un brinco, subimos el abdomen y respiramos sólo en la parte alta de nuestro tórax, en el área de las clavículas, lo que evita que el diafragma descienda durante la inspiración y deje espacios al aire. Al respirar con los pectorales en lugar de hacerlo con le diafragma, provocamos una tensión crónica en la parte más alta de la columna vertebral, los hombros y el cuello, una tensión que casi nunca puede ser liberada con masajes ni terapias similares y que se recupera en cuanto se retorna a los hábitos respiratorios. Resulta una forma muy poco eficiente de respirar, ya que lo no lleva el aire a la parte baja de los pulmones, con mayor densidad de capilares, donde se aprovecharía mucho más el intercambio de oxígeno.

Este tipo de personas que siempre van deprisa y parece que no tienen tiempo para todo lo que han de hacer y suelen padecer ansiedad permanente. Puede que este tipo de respiración venga originada en un principio por un deseo de meter el vientre y exhibir un cuerpo más delgado y esbelto y sin embargo, el efecto es contrario, porque al mantener en tensión los músculos abdominales se bloquea la circulación sanguínea en el abdomen, provocando problemas en la asimilación de alimentos y eliminación, con la consiguiente acumulación de grasas y residuos intestinales que producirán, además, problemas de gases.

Para superar esta tendencia respiratoria, debemos relajar la espalda y los hombros, dejándolos caer libremente, con ello descendemos el centro de gravedad hacia el abdomen, junto con le diafragma, dejando cabida al aire al inspirar. La clave está en observar el abultamiento del vientre sin complejos y preguntándonos si reconocemos y aceptamos el propio cuerpo o por el contrario le exigimos demasiado, pretendiendo ser lo que somos.

Hiperventilación:

Este hábito respiratorio está relacionado con el anterior. Cuando una persona utiliza la respiración clavicular no absorbe suficiente aire y debe volver a respirar en busca de más, multiplicando el número de respiraciones por minuto. Así se elimina una cantidad mucho mayor de dióxido de carbono, necesario para mantener el equilibrio ácido-alcalino en la sangre. Cuando se pierde demasiado dióxido de carbono, el metabolismo se convierte en más alcalino, produciendo alteraciones químicas en las células, lo que puede provocar dolor de cabeza, falta de concentración, excitación tensión muscular, manos y pies fríos, cansancio, sueño, sensación de falta de aire y energías, entre otras molestias.

Para superar este hábito, debemos concentrarnos en la respiración, alargándola cuando podamos, es preciso desacelerar el ritmo y preguntarse si las prisas son reales o imaginarias.

Respiración acelerada:

Este tipo de respiración evita la pausa entre la inhalación y la espiración y suele ser el patrón que adoptan personas excesivamente nerviosas o impacientes, que suelen acabar las frases de sus interlocutores cuando hablan o que se sienten a disgusto cuando surgen silencios en una conversación. Si habitualmente respiras de forma acelerada, pregúntate: ¿soy capaz de parar, realmente, en cualquier momento, en cualquier circunstancia?. La práctica de frenar en diferentes circunstancias, en medio de un enfado, es un excelente método de autocontrol mental y físico que puede proporcionar la solución a este bloqueo respiratorio.

Respiración congelada:

Esta respiración extremadamente superficial, que no provoca movimiento alguno al inspirar o espirar, corresponde a personas que poseen un cuerpo rígido y músculos contraídos. Sus actitudes autoexigentes y ambiciosas las hacen temerosas de no ser lo suficientemente buenas para lo que la vida espera de ellas. Para contrarrestar esta actitud y su manifestación en la respiración son recomendables las prácticas de respiración, poniendo nuestra atención a como respiramos y practicando ejercicios que armonizan el ritmo respiratorio como nadar, caminar, bailar, entre otros muchos más.

La necesidad de respirar bien afecta a todos los aspectos de nuestra vida. Cada uno de los actos humanos viene acompañados del acto de respirar, y una respiración bloqueada o incompleta genera actos bloqueados o incompletos y, lo que es peor, interfiere en nuestra salud. Es como un círculo vicioso: un estado de ánimo irregular provoca una respiración irregular que a su vez tiene consecuencias lamentables para nuestra salud física y mental. Rompamos el círculo vicioso, es tan simple como aprender a respirar.

Fuente: Revista Cuerpomente, Nº 66.

Imagen tomada de: www.guiafitness.com/la-respiracion.html

1 comentario:

  1. Me gustó mucho el blog, tiene articulos interesantes y novedosos que ayudan a mantener la salud.
    Cecilia

    ResponderEliminar

Agradezco comentarios constructivos y escritos en un lenguaje respetuoso.