5 jul 2009

LA CARTA DEL JEFE SEATTLE


LA CARTA DEL JEFE SEATTLE (Jefe de las tribus dwamish y suquamish)

Cómo se puede comprar o vender el firmamento, ni aún el calor de la tierra? Dicha idea nos es desconocida.

Si no somos dueños del aire ni del fulgor de las aguas, cómo podrán ustedes comprarlos? Cada parcela de esta tierra es sagrada para mi pueblo. Cada brillante mata de pino, cada grano de arena en las playas, cada gota de rocío en los oscuros bosques, cada altozano y hasta el sonido de cada insecto es sagrado a la memoria y al pasado de mi pueblo. La savia que circula por las venas de los árboles lleva consigo las memorias de los pieles rojas.

Los muertos del hombre blanco olvida su país de origen cuando emprenden sus paseos entre las estrellas; en cambio nuestros muertos nunca pueden olvidar esta bondadosa tierra, puesto que es la madre de los piles rojas. Somos parte de la tierra y así mismo, ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas, el venado, el caballo, la gran águila: éstos son nuestros hermanos. Las escarpadas peñas, los húmedos prados, el calor del cuerpo del caballo y el hombre, todos pertenecemos a la misma familia.

Por todo ello cuando el gran jefe de Washington nos envía el mensaje de que quiere comprar nuestras tierras, dice que nos reservará un lugar en el que podamos vivir confortablemente entre nosotros. El se convertirá en nuestro padre y nosotros en sus hijos.

Por ellos, consideramos su oferta de comprar nuestras tierras. Ello no es fácil, ya que esta tierra es sagrada para nosotros.

El agua cristalina que corres por ríos y arroyuelos no es solamente agua sino también representa la sangre de nuestros antepasados. Si les vendemos tierras, deben recordar que es sagrada y a la vez deben enseñar a sus hijos que es sagrada y que cada reflejo fantasmagórico en las claras aguas de los lagos cuenta los sucesos y memorias de las vidas de nuestras gentes, El murmullo del agua es la voz del padre y de mi padre.

Los ríos son nuestros hermanos y sacian nuestra sed; son portadores de nuestras canoas y alimentan a nuestro hijos. Si les vendemos nuestra tierra, ustedes deben recordar y enseñarles a sus hijos a que los ríos son nuestros hermanos y también lo son suyos, y por lo tanto deben tratarlos con la misma dulzura que se trata a un hermano.

Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestro modo de vida. El no sabe distinguir entre un pedazo de tierra y otro, ya que es un extraño que llega de noche y toma de la tierra lo que necesita. La tierra no es su hermana sino su enemiga y una vez conquistada sigue su camino, dejando atrás la tumba de sus padres in importarle. Le secuestra la tierra a sus hijos. Tampoco le importa. Tanto la tumba de sus padres como el patrimonio de sus hijos son olvidados.

Trata a su madre, la tierra, y a su hermano, el firmamento, como objetos que se compran, se explotan y se venden como ovejas o cuentas de colores. Su apetito devorará la tierra dejando atrás solo un desierto.

No sé, pero nuestro modo de vida es diferente del de ustedes. La sola vista de sus ciudades apena los ojos del pielroja, pero quizá sea porque el pielroja es un salvaje y no comprende nada.

No existe un lugar tranquilo en las ciudades del hombre blanco, ni hay sitio donde escuchar cómo se abren las hojas de los árboles en primavera y cómo aletean los insectos. Pero quizá también esto debe ser porque soy un salvaje que no comprende nada. El ruido sólo parece insultar nuestros oídos. Y después de todo, para qué la vida si el hombre no puede escuchar el grito solitario del chotacabras ni las discusiones nocturnas de las ramas al borde de un estanque? Soy un pielroja y nada entiendo. Nosotros preferimos el suave susurro del viento sobre la superficie de un estanque, así como el olor de ese mismo viento purificado por la lluvia del mediodía o perfumado como aromas de pinos.

El aire tiene un valor inestimable para el pielroja, ya que todos los seres comparten un mismo aliento; la bestia, el árbol, todos respiramos en mismo aire. El hombre blanco no parece consciente del aire que respira; como un moribundo que agoniza durante muchos días es insensible al hedor. Pero si les cedemos nuestras tierras deben recordar que el aire nos es inestimable, que el aire comparte su espíritu con la vida que sostiene. El viento que dio a nuestros abuelos el primer soplo de vida, también recibe sus últimos suspiros. Y si les vendemos nuestras tierras, ustedes deben conservarlas como cosa aparte y sagrada, como un lugar donde hasta el hombre blanco pueda saborear el viento perfumado por las flores de las praderas.

Por ellos, consideremos su oferta de comprar nuestras tierras. Si decidimos aceptarla, yo pondré una condición: el hombre blanco debe tratar a los animales de esta tierra como a sus hermanos.

Soy un salvaje y no comprendo otro modo de vida. He visto a miles de búfalos pudriéndose en las praderas, muertos a tiros por el hombre blanco desde un tren en marcha. Soy un salvaje y no comprendo cómo una máquina humeante puede importar más que el búfalo al que nosotros matamos sólo para sobrevivir.

Qué sería del hombre sin los animales? si todos fueran exterminados el hombre también moriría de una gran soledad espiritual; porque lo que les sucede a los animales también le sucederá al hombre. Todo va enlazado.

Deben enseñarle a sus hijos que el suelo que pisan son las cenizas de nuestros abuelos. Inculquen a sus hijos que la tierra es nuestra madre. Todo lo que le ocurra a la tierra le ocurrirá a los hijos de la tierra. Si los hombres escupen en el suelo se escupen a sí mismos.

Esto sabemos: la tierra no pertenece al hombre; el hombre pertenece a la tierra. Esto sabemos. Todo va enlazado, como la sangre que une a una familia. Todo va enlazado.

Todo lo que ocurra a la tierra, les ocurrirá a los hijos de la tierra. El hombre no tejió la trama de la vida; él es sólo un hilo. Lo que hace con la trama se lo hace a si mismo.

Ni siquiera el hombre blanco, cuyo Dios pasea y habla con él de amigo, no queda exento del destino común. Después de todo, quizá seamos hermanos. Ya veremos.

Sabemos una cosa que quizás el hombre blanco descubra un día: nuestro Dios es el mismo Dios.

Ustedes pueden pensar ahora que El les pertenece, lo mismo que desean que nuestras tierras les pertenezcan; pero no es así. El es el Dios de los hombre y su compasión se comparte por igual entre el pielroja y el hombre blanco. Esta tierra tiene un valor inestable para El, y si se daña se provocaría la ira del Creador.

También los blancos se extinguirán, quizá antes que las demás tribus. Contaminan los lechos de los ríos y una noche perecerán ahogados en sus propios residuos.

Pero ustedes caminarán hacia su destrucción rodeados de gloria, inspirados por la fuerza del Dios que los trajo a esta tierra y que por algún designio especial, les dio dominio sobre ella y sobre el pielroja.

Ese destino es un misterio para nosotros, pues no entendemos por qué se exterminan a los búfalos, se doman los caballos salvajes, se saturan los rincones secretos de los bosques con el aliento de tantos hombres y se atiborra el paisaje de las exhuberantes colinas con cables parlantes. Donde está el matorral? Destruido. Dónde está el águila? Desapareció. Termina la vida y empieza la supervivencia.

3 comentarios:

  1. Pá estoy muy feliz por todos tus logros incluyendo tu blog, me gustó mucho tu primera publicación y espero que en el futuro publiques un millón más el mundo necesita más de escritos y publicaciones como esta.
    Me encanta como piensas y tu influencia que has logrado en mi realmente es un orgullo tenerte como padre,amigo,consejero,guía etc.
    No podría encontrar a alguien mejor que tú para ser mi papá!
    Te amo mucho:)
    Lore

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  2. Excelente idea y buen proposito, sobre todo con una persona tan preparada y convencida como tu, lo leere todos los dias y tratare de colaborar en lo que pueda.
    Un abrazo
    C Restrepo

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  3. Gabby Duffay Larrarte G.9 sept 2009, 20:18:00

    Ricardo, excelente Blog, plasmas lo que verdaderamente es importante para ser feliz y vivir en paz con uno mismo y con su medio ambiente. Esto lo puede hacer solo quién lo está experimentando en lo más hondo de su ser. Sigue adelante..

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Agradezco comentarios constructivos y escritos en un lenguaje respetuoso.